Desde el propio siglo pasado diversos autores pertenecientes a las más dispares corrientes del pensamiento vienen discutiendo acerca de la naturaleza contínua o discontinua del fenómeno conocido como revolución de independencia. Para elucidar tal objetivo acudieron a diversas explicaciones que hacían hincapié, algunas en el nivel económico, y otras en los niveles ideológico, político, social y moral. Al incursionar la historiografía latinoamericana en el análisis de las causas próximas y remotas que derivaron en la revolución de la independencia, se dividió entre aquellas corrientes que postulaban la tesis de una ruptura o discontinuidad ideológica, económica, social y política, y aquellas otras corrientes que negaban dicha ruptura, asociándose a la tesis de una transición sin solución de continuidad.